El mundo nos está obligando a mirar hacia adentro, a buscar en la oscuridad una oportunidad y a entender que, al volver a la esencia de nuestro ser, podemos experimentar el privilegio de estar vivos.
En este momento, muchos de nosotros estamos encerrados en las celdas que hemos construido físicamente, aunque probablemente las verdaderas barreras están en nuestras mentes, más rígidas que las físicas.
El mundo nos insta a cohabitar, no solo con nuestros familiares, amigos o compañeros, sino también a convivir con nosotros mismos. Creo que este es el momento de romper con antiguos paradigmas, con hábitos tóxicos y con esquemas viejos que nos hacen pensar que la «normalidad» es volver a ser los mismos de antes.
Yo también estoy en ese proceso. He retomado la escritura en mi blog para desafiar las excusas de «no tengo tiempo» o «estoy en demasiadas cosas». Decidí tomar el control de mi ser y hacer cosas diferentes, cosas que me permitan ver la luz, «salir a pasear» cada vez que quiera (en un sentido metafórico) y evitar el autosabotaje.
Ahora tenemos todo el tiempo del mundo para encender nuestra luz, con la certeza de que esa luz también iluminará el camino de otros.
Ha llegado mi tiempo de SER